cocteles emocionales y encuentros gestálticos

El autoconocimiento, la autoaceptación, la autocrítica y la búsqueda interior, nunca han sido camino fácil, al menos para mí.

Los que me conocen saben que desde hace algunos años, en breve casi una década ya, ando consciente, de que el bien y el mal, lo positivo y lo negativo no es un todo o nada; el objetivo debería ser encontrar un equilibrio entre blanco y negro.

Recuerdo, en tiempos ancestrales, una vez mi mente dijo basta, recibí un shock de emociones tal que necesité por primera vez ser tratado por un psicólogo, y recuerdo como todo esto me afectó. No la terapia en sí, sino el hecho de ir a un psicólogo. Sentí en muchas ocasiones que era un parásito mental, un minusválido social, avergonzado de mis propias limitaciones emocionales.

Visto y entendido todo esto desde la lejanía, veo totalmente normal que tal cocktel de emociones hiciera que mi vulnerable ser hiciera una toma de la realidad, todo lo bueno y lo malo que hay en mí se juntó y me cegó por vez primera, me caí por un precipicio y me rompí emocionalmente en mil pedazos.

A estas alturas de la película, tengo la suerte de tener un mayor conocimiento de mí mismo, una mayor aceptación de mis debilidades y mayor claridad de mis virtudes. ¿Saben? tengo tendencia a malpensar de aquél que todo lo sabe y me siento identificado con el que duda y le sonríe a su genial imperfección.

Una vez hecha la introducción. Ando en tiempos de cambios, de dolor, de insomnio, de tristeza, inseguridades, desamores, en definitiva, vivo en tiempos de cocktel molotov emocional y me doy cuenta de que me está costando gestionar todo esto, no por ello me siento mal, ni extraño como en otras ocasiones y me es más fácil identificar con qué no puedo y cuáles son mis límites emocionales y físicos.

Hace un par de semanas ando metido en lo que yo llamo gym emocional. Llana y claramente hablando, me apunté a un grupo de crecimiento personal, encuentros gestálticos que, con tan solo dos sesiones, ya han abierto diversas puertas y han removido mil y una emociones dentro de mi.

Hoy quería compartir uno de los ejercicios que hicimos y al que me encantaría invitarles a que lo hicieran ustedes mismos. Háganlo por la noche, una vez la borágine del día a día haya terminado, siéntense cómodamente y respiren, escuchen sus respiraciones, escuchen sus latidos, sencillamente eso, no corrijan nada, sencillamente eso, entonces pregúntense cómo se sienten y diríjanse delante de un espejo lo que ustedes quieran, no censuren, el ejercicio no es así exactamente. Yo lo hice frente a una persona a la que apenas conocía y solté todo aquello que me vino a la cabeza, quiero ser feliz, viajar, amar, dormir bien, encontrar mi sitio, tener un buen trabajo, no sentirme inferior al resto, sentirme seguro, etc. etc. etc.

Eso que a muchos les parecerá el prólogo de cualquier libro barato de filosofía para libros de todo a cien, es un ejercicio que seguro les soprenderá.... sobretodo, al final, cuando se pregunten cuántas de esas cosas no hacen. Con lo sencillo que debería ser hacerse feliz a uno mismo.
No entraré en el por qué; cada uno tiene su motivo, cada uno de nosotros tiene sus límites, su verdad y su tiempo para autodedicarse.

Hacía tiempo que no escribía nada y que sintiera que me apeteciera compartirlo.

Sean felices y coman perdices.

Willy

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