El punto 0. El inicio de todas las cosas

Enfrentarse a un papel en blanco no es tarea fácil. Empezar a contar, expresar, redactar un algo que llevamos dentro de nosotros y plasmarlo en una hoja de celulosa opaca, a veces incluso me produce una sensación de temor.

Personalmente llevo mucho tiempo con un vacío extraño; un vacío creativo; en cierto modo, un vacío constructivo. Dícese de aquel instante en que uno se encuentra repleto de sensaciones y vivencias y sin embargo no es capaz de asumirlas y mucho menos de construirlas con cierto sentido lógico en la libreta de turno.

Dicho eso, es inexplicable la sensación que uno siente cuando de golpe, surge la necesidad impetuosa de redactar aquello que siente, ve, o simplemente ronronea dentro de su ser. Empezarlo, corregirlo, leerlo, corregirlo, borrar, corregir, y si a veces romperlo en miles de pedazos. Es difícil de contar la sensación del fin, una vez las ideas que invadían en ti, quedan inmortalizadas para siempre.

Hay miles de puntos 0. Imaginen o capten el punto 0 como el inicio de algo. Quizá recuerden la viva imagen del día que conocieron a su ser amado, o a uno de ellos. Quizá debería puntualizar, sin que se alarmen, que soy declarado y reconocido enamoradizo compulsivo, con lo que todo ello conlleva, placer, vida, amor, cariño, pasión y si tiene su parte negativa, decepción, olvido, saben de lo que hablo, no?. En todo caso, ese instante en que nace una nueva historia que se narra en clave de presente es digna de enmarcar.

La sensación de una primera vez, de un inicio, en la gran mayoría de los casos, es como mínimo, excitante.
El punto 0 en la creación de una canción es maravilloso. En mi caso, todo empieza en casa, con mi trotada Takamine acústica, no hay que menospreciar la primera fase de todas, el desenfunde de la guitarra; los primeros rasgueos, un primer ritmo, la primeriza y tímida melodía, que luego, todo ello tratado cariñosamente en el local de ensayo termina de coger forma para convertirse en un hecho, que quizá un día forme parte de una galleta supersónica.

La preparación de un viaje, decidir el destino, soñar con su aroma, su gente, su historia, marcar un posible itinerario, hacer la maleta, volar y finalmente aterrizar y por fin gozar de ello es indescriptible.

Currarte una cena, para conocer a alguien, para celebrar un aniversario, que todo ha ido bien, por el futuro, para compartir un instante con los tuyos o para vivirlo tu solo. La excusa en cierto sentido es lo de menos, el punto 0 nace en el momento en el que decidimos que haremos para disfrutar de suculento y sanísimo momento. Que compraremos, en que lugar, como lo elaboraremos, el planteamiento de la mesa, la elección de la bebida, la música, el incienso que adornará con su aroma la cita, eso en caso de hacerlo en casa, el restaurante y el ambiente adecuado si salimos fuera. Siempre me he considerado un buen anfitrión, y particularmente disfruto mucho de estos momentos.

La magia del punto 0, de los comienzos, de los inicios, en muchos casos nace, fruto de la siempre bienvenida y amada improvisación, espontaneidad, de la inconciencia, de un choque fortuito con en el destino. Sin menos preciar, la plena conciencia de ellos, la meticulosidad, el orden y la predisposición. Todos ellos son legítimos y emocionantes a la vez.

En muchos casos un inicio, puede desembocar a un bonito desenlace del que recoger sabrosos frutos que nos ayudan a seguir soñando, a trazar nuestro camino, y a palpar nuevas sensaciones y experiencias. En mi caso, todos ellos, para bien o para mal, dan sentido a mi vida. Aunque no negaré que algunos de ellos, han dolido y he sentido una penetrante frustración y enfado. Pero de todos y cada uno de ellos he aprendido,…y…de eso se trata,no?

Este texto está dedicado a Edu y Raquel chinaski por la nueva vida que han empezado junto a June, disfruten ustedes de su punto 0.

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